Epistemology de R. Audi es una introducción
a la teoría del conocimiento con una clara intención pedagógica. Se estructura en tres partes centrales a través de las cuales
discurren los diez capítulos del libro. La primera parte analiza las fuentes de justificación, conocimiento y verdad y comprende
los cinco primeros capítulos: "Percepción", "Memoria", "Consciencia", "Razón" y "Testimonio". La segunda parte está dedicada
a la estructura de la justificación y el conocimiento, desarrollándose en dos capítulos: "Inferencia del conocimiento" (capítulo
6) y "Arquitectura del conocimiento" (capítulo 7). La tercera y última parte trata sobre la naturaleza y alcance de la justificación
y el conocimiento. Abarca tres capítulos: "Análisis del conocimiento" (capítulo 8), "Conocimiento científico, moral y religioso"
(capítulo 9) y, finalmente, "Escepticismo" (capítulo 10).
En el primer capítulo, "Percepción", Audi comienza de forma muy
elemental distinguiendo los elementos y las clases de percepción. La percepción implica alguna creencia sobre el objeto percibido
y puede afirmarse que constituye una fuente básica para la justificación y el conocimiento. A continuación se preocupa de
elucidar aquello que no constituye genuina percepción: ilusión y alucinación. Los fenómenos de ilusión y alucinación asociados
a la percepción se diferencian entre sí porque el primero ilustra el que las cosas no sean como parecen y por lo tanto existe
una distorsión en lo que hay, mientras que el segundo nos hace percibir algo donde no hay nada. La teoría de la apariencia
queda cuestionada por estos dos fenómenos planteándose la existencia de intermediarios en la percepción, esto es: objetos
internos y mentales.
Se distinguen tres tipos de teorías perceptivas: teorías de la
apariencia, teorías de los datos de los sentidos, y teorías adverbiales. Las teorías de la apariencia postulan que percibir
un objeto es simplemente percibir la apariencia de ciertas propiedades sin considerar la necesidad de una relación causal
entre el objeto y su perceptor. La teoría de los datos de los sentidos que describe Audi es una visión realista pero indirecta
en el sentido que la percepción es un mediador entre el objeto externo y el perceptor. Las teorías adverbiales sostienen que
los objetos aparecen en un modo que puede designarse a través de un adverbio. En esta teoría se concibe la percepción como
una manera analizable de experimentar las cosas.
En el capítulo 2 se considera la memoria como fuente de creencias,
conocimiento y justificación. La memoria se construye sobre la percepción pues preserva la información adquirida a través
de los sentidos. La memoria no es sólo almacenamiento o recuerdo de hechos del pasado, las creencias sobre el pasado incluyen
también conexiones causales entre los eventos.
Audi analiza tres teorías de la memoria: la teoría representacional,
la concepción fenomenalista y la teoría adverbial. La teoría representativa de la memoria es un realismo indirecto porque
sostiene que al recordar un evento se tiene una creencia verdadera sobre él que está basada de forma adecuada en una imagen
memorística. Las dos objeciones claras a esta teoría son por una parte, que recordar un evento no requiere un conocimiento
previo de una imagen de él y, por otro lado, que el pensamiento memorístico puede ser posible sin objetos que sirvan como
imágenes del pasado. El modelo fenomenalista pretende salvar estas dificultades postulando que la memoria descansa también
en imágenes pero que éstas no son ni necesarias ni suficientes para recordar eventos. En las teorías adverbiales el recuerdo
es epistémicamente directo. Según esta teoría se puede recordar activamente un evento en forma de imágenes o pasivamente si
se tiene esta capacidad en un estado no realizado.
Audi defiende la memoria como una fuente de conocimiento y creencias
justificadas incluso asegura que cuando las creencias no constituyen conocimiento o no descansan sobre un recuerdo real, la
memoria puede justificar una creencia. La memoria retiene el conocimiento y la creencia y aunque no los genere su importancia
epistemológica viene dada por esta capacidad para preservarlos.
El capítulo 3 aborda el concepto de consciencia desde el autoconocimiento
y la introspección. La mente tiene procesos y propiedades que son fenómenos claves para la epistemología. Pensar es un proceso
mental que envuelve una secuencia de eventos en la mente. Este proceso es ocurrente puesto que los eventos que lo constituyen
transcurren o suceden. Creer también es un estado mental aunque no necesariamente tiene que ser consciente. Las creencias
son disposicionales, no podemos decir de ellas que ocurran sino que pueden o no ocurrir bajo ciertas condiciones.
La introspección está formada por imágenes que producen una visión
interna en términos de objetos reales procedentes de los datos de los sentidos. Las creencias introspectivas se pueden comparar
con las creencias perceptivas para entender cómo 1a introspección y la consciencia en general pueden fundamentar el conocimiento.
La diferencia epistemológica entre percepción y consciencia introspectiva reside en que la primera es una facultad reactiva
que está presente en la mente sólo cuando se activan los sentidos mientras que la segunda es una facultad activa que se da
espontáneamente y sin límite. Las causas de las creencias introspectivas son los procesos y eventos de la mente, no necesitan
ser objetos que residan en ella, pero entonces, ¿cómo se puede acceder al contenido mental? Audi para responder a esta pregunta
expone la doctrina del acceso privilegiado de Hume que asegura la infalibilidad y la omnisciencia del contenido mental. Dos
tesis forman la doctrina fuerte del acceso privilegiado: en primer lugar, el contenido de la mente debe ser lo que se nos
aparece; segundo, el contenido de la mente debe aparecer siendo lo que es. En la primera tesis se expresa la idea de que la
consciencia introspectiva produce creencias que no pueden ser erróneas, es decir se muestra la imposibilidad de error o infalibilidad,
La segunda tesis muestra la riqueza de la consciencia introspectiva, esto es, su omnisciencia frente al riesgo de ignorancia
puesto que no se puede fallar en conocer lo que mentalmente ocurre en nosotros.
Audi cuestiona esta doctrina del siguiente modo: ¿Puede ocurrir
que, conociendo la verdad sobre la consciencia de uno, se pueda creer algo falso sobre ella?, ¿cuál es la diferencia entre
dos estados mentales que pueden confundirse, por ejemplo, soñar despierto y pensar? Pese a estas dificultades el autor afirma
que la consciencia introspectiva es una fuente básica de justificación y creencia puesto que existen principios epistémicos
y de justificación aplicables al dominio de lo mental.
El capítulo 4, dedicado a la razón, resulta fundamental para entender
la epistemología en la que Audi pretende introducirnos. Las llamadas verdades de razón, son abordadas desde tres perspectivas
diferentes: la visión clásica, la visión empírica y la visión convencionalista. La de mayor interés para Audi es la primera.
En una introducción al capítulo Audi describe las verdades de razón
autoevidentes. La razón se concibe como la capacidad mental de entendimiento. Las verdades autoevidentes no necesitan premisas,
explicaciones o reflexiones que las hagan evidentes puesto que lo son por ellas mismas. Las proposiciones autoevidentes son
aquellas verdades que 1) si se entienden, se justifica su creencia y 2) si se creen entonces se conocen.
La visión clásica de las verdades de razón se basa en el modelo
kantiano, aunque éste, tal como señala Audi, es mucho más complejo y difícil de interpretar. Son distinciones claves en esta
visión las de analítico-sintético, necesario-contingente y a priori-a posteriori.
Las proposiciones analíticas son un caso de autoevidencia porque
no dependen de ninguna premisa anterior o evidencia. Se caracterizan considerando que el concepto de predicado no añade nada
al concepto de sujeto. Las proposiciones sintéticas se definen negativamente como no analíticas y en ellas se sintetizan conceptos
y propiedades en una relación que no es de identidad entre sujeto y predicado.
Las verdades necesarias representan aquellas proposiciones que
no pueden ser falsas, es decir, es absolutamente imposible su falsedad so pena de caer en contradicción. Las verdades contingentes
son proposiciones que no son necesarias ni su negación tampoco lo es, esto es, su verdad o falsedad depende de las circunstancias
que le rodeen.
A priori son todas las proposiciones que son cognoscibles directamente a través de la razón e independientemente
de la experiencia. Las proposiciones a posteriori, por el contrario, se conocen a través de la experiencia (y son las
llamadas verdades de experiencia o empíricas.)
En la visión clásica el a priori es coextensivo con la necesidad
e incluye el analítico como una subcategoría, cualquier proposición que sea a priori es necesaria y a la inversa, pero
no toda proposición a priori es analítica. Algunos problemas con los que se enfrenta la visión clásica son los de vaguedad,
cambio de significado y la posibilidad de verdades empíricas necesarias. Todo ello conduce a una revisión de esta teoría que
Audi ilustra acertadamente en dos cuadros que aclaran la relación de estos términos.
En el capítulo 5, sobre el testimonio, se desarrolla la última
fuente de justificación, conocimiento y verdad. El testimonio produce creencias inferenciales acerca de lo dicho, transmite
conocimiento pero no lo genera y, dependiendo de otras fuentes, debe cumplir con las condiciones mínimas de veracidad y credibilidad
para tener un valor epistemológico. Puede ser formal o informal, en el primer caso deberá estar sujeto a las normas estructurales
científicas y legales. La importancia del testimonio viene dada por su asociación al aprendizaje proposicional y conceptual.
Ambos modos de aprender se dan por testimonio, "aprender que algo es como es" y "aprender cómo hacer algo" procuran conocimiento
basado en un testimonio de carácter social.
El capítulo 6 pertenece a la segunda parte (estructura del conocimiento
y la justificación) y en él Audi desarrolla la inferencia y extensión del conocimiento. La inferencia es una clase de razonamiento
con una conclusión basada en una creencia en forma de proposición, enunciado o hipótesis. Audi analiza dos sentidos de inferencia:
como proceso inferencial es un episodio mental del razonamiento y como contenido inferencial es una estructura de proposiciones.
La inferencia puede ser generativa o confirmatoria dependiendo de si añade o fundamenta nuevas creencias. Respecto de la relación
existente entre premisas y conclusión una inferencia tiene dos categorías: deductiva e inductiva. Esta división es una interpretación
de la estructura inferencial que subyace al proceso de inferencia. A esta estructura se le denomina "argumento". El razonamiento
que lleva de las premisas a la conclusión, es deductivamente válido si es absolutamente imposible que las premisas sean verdaderas
y la conclusión falsa. En este sentido, las premisas del argumento válido implican lógicamente su conclusión. El razonamiento
es inductivo cuando se toman las premisas para otorgar alguna razón en la creencia de la conclusión. Tal es el caso de los
razonamientos probabilísticos que son inductivamente válidos atendiendo a si las premisas tienen una alta probabilidad de
hacer verdadera su conclusión.
En el capítulo 7, "Arquitectura del conocimiento", Audi nos muestra
las corrientes teóricas que se han preocupado de explicar la estructura del conocimiento. Comenta brevemente el fundacionalismo
y de forma más detallada el coherentismo para, finalmente, parecer inclinarse por una clase de fundacionalismo moderado.
El fundacionalismo considera la estructura del cuerpo de conocimientos
como "fundacional" en el sentido que cualquier conocimiento indirecto depende del conocimiento directo. La existencia de creencias
básicas asegura la justificación del resto de creencias y en este sentido se reducen las fuentes básicas de conocimiento a
la razón y la introspección. El coherentismo, por otra parte, postula que la justificación de una creencia depende de su "coherencia"
con otras creencias. Las creencias son consideradas en términos de patrones de creencias mutuamente coherentes pero Audi nos
advierte que esta coherencia no es sólo consistencia mutua, aunque la inconsistencia sea el caso más claro de incoherencia.
La coherencia entre creencias es una relación interna porque es una cuestión de cómo estas creencias se relacionan unas con
otras y no está referida a nada que esté fuera del sistema. Es, pues, una relación interna entre cogniciones. En relación
con esto se da el problema del aislamiento (isolation problem) en el que se aborda la posibilidad de creencias igualmente
coherentes pero incompatibles entre sí. Otros problemas para la corriente coherentista se encuentran a la hora de analizar
el a priori o las verdades autoevidentes pues ellas no se definen considerando ningún otro tipo de creencias. Esto
parece dejar al coherentismo en una situación incómoda pues sólo daría explicación a verdades empíricas dejando de ser una
teoría general del conocimiento y la justificación. En vista de ello Audi considera un tercer modelo al que denomina "fundacionalismo
moderado" que esta caracterizado básicamente por sostener tres principios: 1) la justificación de las creencias fundacionales
es derrotable; 2) la justificación y el conocimiento no son necesariamente deductivas, y 3) existe una coherencia entre creencias.
Audi cree que este fundacionalismo moderado evita el dogmatismo y permite clases alternativas de creencias fundacionales para
diferente gente bajo distintas circunstancias.
Con el capítulo 8, "Análisis del conocimiento", entramos en la
tercera y última parte del libro que está dedicada a la naturaleza y alcance del conocimiento. Audi comienza exponiendo algunas
cuestiones básicas sobre el conocimiento y la creencia. Afirma que lo que no es verdadero no constituye conocimiento y considera
que no toda creencia verdadera justificada constituye conocimiento, en cambio, todo conocimiento es al menos creencia verdadera
justificada. A continuación, Audi se refiere a dos concepciones del conocimiento y la justificación: el externismo y el internismo.
Si el conocimiento es al menos creencia verdadera sobre el mundo externo su fundamentación estará esencialmente en este mundo
y expresada típicamente en modelos fiabilistas. Si la justificación de una creencia no implica su verdad, la fuente se encontrará
en el interior de la mente y las creencias basadas en la experiencia de los sentidos apoyarán dicha justificación. Audi, a
lo largo del capítulo, defiende un modelo internista para la justificación y un modelo externista para el conocimiento. Para
finalizar este análisis del conocimiento considera distintas teorías sobre la verdad: la teoría de la correspondencia, la
teoría minimalista, la teoría de la redundancia, la teoría de la verdad como coherencia y la teoría pragmática.
El capítulo 9 es quizás el que más se aleja de la introducción
epistemológica propuesta por Audi. En él se contemplan algunos aspectos éticos del conocimiento y se reflexiona sobre el conocimiento
científico, moral y religioso.
El capítulo 10 Audi lo dedica al escepticismo, volviendo a través
de las variedades y dimensiones del escepticismo a problemas puramente epistemológicos. El pensamiento escéptico pone en duda
o niega el conocimiento y Audi expone la influencia que éste ha tenido en la teoría del conocimiento. Contempla desde el escepticismo
pirrónico- aquel que evita los juicios concernientes a proposiciones empíricas no evidentes- hasta el problema de la inducción
planteado por Hume, que postula la falibilidad de las inferencias no deductivas.
Existen tres clases de infalibilidad epistémica que el escéptico
puede rechazar: a) el principio de veracidad (el conocimiento debe ser sólo de verdades); b) el principio de necesidad (las
proposiciones conocidas son necesariamente verdaderas), y c) el principio de infabilidad (sólo las creencias infalibles constituyen
conocimiento). Audi, más que refutar el escepticismo, pretende rebatirlo y para ello enfatiza la distinción entre conocer
algo y mostrar que se conoce. Lo que intenta es impugnar el escepticismo de una forma plausible mostrando que los argumentos
escépticos no establecen la imposibilidad de conocimiento o creencia justificada. Sugiere que la visión del sentido común
sobre el conocimiento del mundo externo es defendible incluso si éste no se puede demostrar. Audi mantiene en definitiva la
existencia de conocimiento y creencias justificadas sobre la propia consciencia y las cuestiones a priori, afirmando
en la última página que "skeptics certainly do not seem to have shown that we do not know this".
El objetivo de esta reseña ha sido presentar el manual de R.Audi
a todos aquellos que estén interesados en la teoría del conocimiento. El carácter introductorio del libro no debilita la exposición
que el autor realiza de las cuestiones centrales en epistemología. Los conceptos y teorías de esta disciplina filosófica están
descritos con claridad y exactitud, estructurandose con acierto a lo largo del libro excepto, posiblemente, el capítulo 9.
En definitiva, es un volumen útil para enfrentarse con la epistemología y que debe ser complementado con la bibliografía descrita
en las notas del autor y al final del texto.
Carmen Carretero Gómez Departamento de Lógica ILCLI- Universidad del
País Vasco (Texto originalmente publicado na revista Teorema.)
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